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3.3 Abandona los otros ídolos

Todo lo que hacen con ellos es mentira. ¿Cómo puede alguien creer o decir que son dioses?
- Baruc 6, 44

Los ídolos modernos Dos de los ídolos* más relevantes de nuestra sociedad son el dinero y la afectividad, pero hay muchos más. Y no me refiero a otras religiones o cultos esotéricos, que también existen, sino a las diversas formas de idolatría moderna: sexualidad, poder, gula, prestigio, consumismo, trabajo, culto al cuerpo y un larguísimo etcétera. Este es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad, en la que el centro de la misma no es la propia persona humana sino un sinfín de otras cosas. Sin embargo, tanto si les hacen bien como mal, no pueden corresponder (Baruc 6, 33a), porque la realidad es que esas cosas no son nada: el único valor que tienen es el que nosotros les damos. Piénsalo bien... ¿Cuántas familias hay destruidas por una sexualidad mal enfocada? ¿Cuántos problemas como anorexia, bulimia, etc, por idolatrar el cuerpo? ¿Cuántos malos rollos en el trabajo por pisar a los compañeros para cobrar más o tener más prestigio? Y ejemplos, por desgracia, hay muchísimos en nuestra sociedad. Pero... ¿Qué hay de nosotros? ¿Cuáles son nuestros ídolos? Es importante saberlo, para poder abandonarlos.

Es muy importante abandonar a los ídolos, pues son vacío, obras engañosas, desaparecerán cuando llegue el castigo. No es así la Porción de Jacob, pues es el creador de todo; Israel es su heredad privada, se llama «Señor del universo» (Jeremías 10, 15-16). Efectivamente, si tu dios es un ídolo, si el centro de tu vida gira alrededor de uno o varios ídolos, estás dejando al verdadero Dios de lado. Y esto es un problema muy serio, porque así no puedes disfrutar del amor de Dios, ni guiar tu vida con sus maravillosos planes, ni tampoco caminar por el camino de la Vida. Y el fruto de la idolatría lo vemos en nuestra sociedad: el pecado, la ruptura de relaciones, la violencia y la muerte. Sin embargo, el fruto de poner a Dios en el centro de tu vida es su amor, que construye y sana relaciones, y que trae consigo la vida eterna. ¿Cuál eliges tú?

Arrepentimiento Todos hemos tenido ídolos y todos hemos errado sirviéndolos. Por eso, es fundamental reconocerlo, arrepentirse y enmendar nuestra actitud. Porque el que oculta sus faltas no prosperará; el que las confiesa y cambia será compadecido (Proverbios 28, 13). Por supuesto, no nos referimos a la prosperidad económica o mundana, sino a la prosperidad del alma, pues el avaro corre por enriquecerse, sin saber que le espera la miseria (Proverbios 28, 22). Y al final se dará cuenta de que todo lo que tiene no le sirve para nada, como expresan las Escrituras diciendo: También amontoné plata y oro, los tributos de reinos y provincias. Me procuré cantores y cantoras, toda clase de placeres humanos y coperos y reposteros para el servicio de escanciar el vino. Después examiné todas las obras que había hecho y la fatiga que puse en el empeño, y vi que todo era vanidad y caza de viento. ¡Ningún provecho se saca bajo el sol! (Eclesiastés 2, 8.11).

Por eso, hijo, ¿has pecado? No lo hagas más, y por tus faltas pasadas pide perdón (Eclesiástico 21, 1). Y Dios, que es misericordioso y te ama, te responderá diciendo: ¡Efraín es mi hijo querido, él es mi niño encantador! Después de haberlo reprendido, me acuerdo y se conmueven mis entrañas. ¡Lo quiero intensamente! -oráculo del Señor- (Jeremías 31, 20). ¿Y cómo lo hace Dios? Pues concretamente a través de la confesión Sacramental, donde borra de un plumazo todos tus pecados. Porque Dios quiere que seas feliz, y sólo puedes serlo con Él, no con los ídolos. Por esto, Dios te exhorta siempre diciendo: Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien. Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda. Venid entonces, y discutiremos -dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana (Isaías 1, 16-18).

Práctica Los ídolos son un tema muy recurrente en las Escrituras debido a su vital importancia, porque sólo Dios es Dios y puede actuar como tal, mientras que lo demás simplemente no es nada. Vamos a realizar la Lectio Divina de los siguientes pasajes de las Escrituras, donde veremos la importancia que tiene el abandono serio de todos los ídolos y la vuelta sincera a Dios.

Baruc 6, 33-44 (Carta de Jeremías)
Jeremías 10, 1-16 (Dios y los ídolos)
Eclesiastés 2, 1-11 (Lo absurdo del placer)
Daniel 14, 3-22 (El ídolo Bel)
Mateo 21, 12-17 (Expulsión de los vendedores)
Mateo 22, 1-14 (El banquete de bodas)
2 Timoteo 3, 1-17 (Los últimos tiempos)

Pero... ¿Cómo podemos abandonar los ídolos? Teniendo claro que no pueden darnos la Vida sino únicamente un placer momentáneo seguido de vacío y muerte. Y a partir de ahí, simplemente, hay que renunciar a ellos en la vida diaria y volverse al Único que si nos puede dar esa Vida que tanto deseamos: Dios. Anteriormente, para el dinero y la dependencia afectiva ya se han propuesto signos serios de desprendimiento, pero debido a la cantidad y variedad de ídolos que nos podemos hacer, para el resto debes ver tú mismo la forma adecuada de demostrar con obras a Dios que quieres abandonarlos. ¿Quizás vender esa tele que tanto emboba a toda la familia? ¿Quizás vender ese móvil que siempre te acaba llevando a la lujuria, y comprar uno sencillo para llamar? ¿Quizás no volver a comprar ese postre del que tanto abusas y que tanto te gusta, y darle ese dinero a los pobres? ¿Quizás dar a los pobres la ingente cantidad de vestidos que por modas te has comprado? Y, por supuesto, no te olvides de pedírselo insistentemente también con palabras, pues Él te lo concederá.

Signo serio de abandono a los ídolos


Comentarios

Fernando Rueda(04-10-2022)
Gracias por todas estas enseñanzas. Solamente me gustaría hacer una aclaración respecto a la conclusión de este tema de la idolatría: yo considero en base a todo lo que he aprendido aquí y en otros cursos que la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo es preciso darle el sentido correcto, creo que debemos amar con todas nuestras fuerzas a Dios y tener la plena convicción de que el es nuestro ÚNICO DIOS. Todo lo demás son añadiduras que podemos utilizar como una herramienta para amarlo más, ya que son regalos que el nos da, es decir, creo que no es necesario vender esa televisión, de vender ese celular que tan útil es y en el que leo y aprendo de la Biblia todos los días, ni vender ese automóvil que con esfuerzo conseguiste ni tampoco vender esa casa que pagaste con honesto trabajo... La clave es entender que todos estos objetos materiales no son dioses para nosotros y no aferrarnos a ellos entendiendo que el Padre, Hijo y Espíritu Santo es nuestro único y amado Dios... Saludos.
Usted tiene toda la razón. Sin embargo, los hombres somos muy dados a autoengañarnos. Muchísimo. La prueba de fuego que muestra lo que hay en el corazón del hombre es precisamente la limosna y la venta de los bienes, como el mismo Jesús dice claramente en Marcos 10, 21-22 al jóven que se creía sinceramente justo. El qué y cómo, Dios lo inspira siempre en el corazón, y nuestra mente, normalmente, se rebela ante ello. Por supuesto, quedarían excluidos los bienes que tienen una implicación moral (la casa dónde vive la familia, el auto que me lleva al trabajo) respecto a la caridad del prójimo. ¡Ánimo!
Gerardo Cazares(03-06-2021)
Está muy completa la evangelización sobre la idolatría, y sirve también para que no nos dejemos engañar por personas que nos dicen idólatras por tener imágenes en el templo.
La verdadera idolatría está en el corazón del hombre, tal y como Jesús mismo afirma: Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre (Marcos 7, 15b). Así pues, no debemos ignorar todo aquello externo que toma en nuestra vida el lugar de Dios. La paz.
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Notas y aclaraciones

... ídolos*
Idolatría La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Trátese de dioses o de demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza, de los antepasados, del Estado, del dinero, etc. “No podéis servir a Dios y al dinero”, dice Jesús (Mt 6, 24). Numerosos mártires han muerto por no adorar a “la Bestia” (cf Ap 13-14), negándose incluso a simular su culto. La idolatría rechaza el único Señorío de Dios; es, por tanto, incompatible con la comunión divina (cf Gál 5, 20; Ef 5, 5) (Catecismo 2113).