Une diversión, enseñanza y evangelización, con nuestro juego de rol sobre la Biblia que refuerza el capítulo: Custodio Animae.

2.10 El Hoy y la Parusía

Yo, a cuantos amo, reprendo y corrijo; ten, pues, celo y conviértete.
- Apocalipsis 3, 19

El Hoy Tu propia vida también es historia de Salvación, un lugar de encuentro con Dios que se hace presente en ella, como lo ha hecho a través de la historia del pueblo de Israel y de la Iglesia. Y no es otra la Palabra de Dios para ti que su Hijo Jesucristo. No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos (Hechos 4, 12). Dios se encuentra personalmente con cada hombre en su día a día y le muestra su amor infinito, hecho carne en Jesucristo, pues ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5, 7-8). Las enseñanzas de Cristo, iluminadas por la Iglesia, te enseñan personalmente a recorrer el camino de la Vida. El cuerpo de Cristo, en el Sacramento de la Eucaristía, se te da concretamente a ti. Y su Espíritu Santo te da a ti fuerzas y dones para poder vivir la gracia que supone ser cristiano.

La historia de Salvación universal es también la tuya propia: los pecados del pueblo de Israel son los tuyos y los míos, y la corrección y misericordia que les muestra Dios es la misma que nos muestra a nosotros. Por eso dice el Espíritu Santo: Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como cuando la rebelión, en el día de la prueba en el desierto, cuando me pusieron a prueba vuestros padres, y me provocaron, a pesar de haber visto mis obras (Hebreos 3, 7-9). ¿Tu vida está en un desierto? ¿Vives esclavo en Egipto? ¿Te has apartado de Dios y de su amor? ¿O ni siquiera sabes lo que quieres? Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Porque dices: «Yo soy rico, me he enriquecido, y no tengo necesidad de nada»; y no sabes que tú eres desgraciado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo. Yo, a cuantos amo, reprendo y corrijo; ten, pues, celo y conviértete. (Apocalipsis 3, 15.17.19). Por eso, ahora es el momento propicio para decidirte por Dios.

Verdaderamente Dios te ama y desea que participes de su vida. Él no te abandona en este mundo: ha dejado a nuestra madre la Santa Iglesia Católica que nos guía, instruye y acompaña en cada paso del camino; y pone a nuestra disposición los Sacramentos* y todos los medios de Santificación. Además, tienes también a tu disposición las armas de la luz* para combatir contra los engaños del maligno cada día: oración, ayuno, limosna, palabra de Dios, verdad, justicia, celo por el Evangelio, etc. Tienes también a miles de personas que dedican todo su tiempo a rezar por la humanidad: por ti concretamente. A miles que dan su vida y tiempo para que a ti te pueda llegar esta palabra: sacerdotes, catequistas, obispos, misioneros o simples laicos. Y a miles que se dedican a ayudar a los demás en sus necesidades materiales: voluntarios, laicos en Cáritas parroquiales, misioneros, etc. ¡No estás solo! Dios intercede ante el Padre por ti y trata siempre de encontrarse contigo en tu vida y mostrarte su amor.

Parusía Cuando Jesús ascendió les fue anunciada a los apóstoles la segunda venida de Cristo en poder por medio de unos ángeles que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo» (Hechos 1, 11). Efectivamente, el fin de este mundo está decretado ya, como dirá San Pedro: Puesto que todas estas cosas van a disolverse de este modo, ¡qué santa y piadosa debe ser vuestra conducta, mientras esperáis y apresuráis la llegada del Día de Dios! Ese día los cielos se disolverán incendiados y los elementos se derretirán abrasados. Pero nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia (2 Pedro 3, 11-13). Por eso se nos invita a vivir plenamente, sin perder ocasión alguna de hacer el bien y con nuestra esperanza puesta en el cielo. Se nos invita a vivir en el camino de la Vida.

¿Cuándo sucederá esto? En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles de los cielos ni el Hijo, sino solo el Padre (Mateo 24, 36). Y nos invitará a velar, a estar atentos, a no acomodarnos para que no nos pille desprevenidos: Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor (Mateo 24, 42). Porque independientemente de que vivas o no la Parusía, puedes morir en cualquier momento: en unos segundos de un ataque al corazón, atropellado mañana por un coche, o de anciano por muerte natural. No lo sabes. Por eso es importante estar en vela y preparado: no pospongas para mañana el amor que puedes regalar hoy. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre (Mateo 24, 43-44).

¿Y cómo se prepara uno? Dirá San Pablo: Por tanto, si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él (Colosenses 3, 1-4). Así pues, no olvides que la Santa Iglesia dispone de los medios y la guía que todo cristiano necesita para “buscar las cosas de arriba”. Y el Juicio de Dios revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho o dejado de hacer de bien durante su vida terrena, y juzgará rectamente todas las intenciones de los hombres, porque nada se le oculta a Dios. Y a los que han elegido a Dios recorriendo el camino de la vida, Él les regalará la vida eterna y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido (Apocalipsis 21, 4). ¡Pues Dios te ama y si lo eliges a Él te bendecirá sobremanera!

Práctica Hemos visto la historia de Salvación de Dios con el hombre, y hemos visto que Dios actúa como un Padre amoroso. Conocer esto es la clave para poder verlo en nuestra propia historia y poder gustar así del amor de Dios. Pero nosotros somos libres y podemos decidir responder a este amor o bien con indiferencia o bien con el mismo amor que se nos ha dado. Podemos elegir qué camino queremos seguir en nuestra vida: el camino de la muerte o el camino de la Vida. De ahí la vital importancia del “hoy” para nosotros, pues no hay otro momento fuera del “hoy” en el que debamos convertirnos a Dios. ¿Y qué debemos hacer? Lo iremos desgranando poco a poco pero, para empezar, escuchemos cuáles eran los principales errores de los primeros cristianos y cuál es la promesa hecha a los que viven según Dios, haciendo la Lectio Divina de las siguientes lecturas del Apocalipsis:

Apocalipsis 2, 1-7 (A la Iglesia de Éfeso)
Apocalipsis 3, 1-6 (A la Iglesia de Sardes)
Apocalipsis 3, 14-22 (A la Iglesia de Laodicea)
Apocalipsis 19, 1-9 (Alegría en el cielo)
Apocalipsis 21, 1-8 (Cielo y tierra nuevos)

Y si aún no has conocido el amor de Dios... ¡Pídeselo! No te preocupes, si se lo permites Él te va a seducir de una forma maravillosa: poco a poco, a su tiempo, con pequeños detalles y con grandes obras, tal como un esposo seduce a su amada.

Comentarios

Diego Fernando Puerta(02-03-2024)
El Reino de Dios nos invita a estar en purificación y gracia de Dios, a recibir el cuerpo de Cristo para la edificación espiritual, y a tener en todo momento conversaciones santas siendo anunciadores y proclamadores de la buena nueva del reino de Dios. También a amar el Santísimo, a vencer el mal con el bien supremo de la sabiduría de Cristo Jesús, y a ser en todo momento luz, dispuestos para toda buena obra y entrega personal.
Así es, pues somos creados por amor y para amar. Y, al final, hay que tomar nuestra vida en peso. La paz.
Zulay Cedeño(21-07-2022)
Soy catequista, acepté el llamado del Señor del cual estoy y me siento orgullosa de serlo, aunque estos dos ultimos años han habido tropiezos por la pandemia, lo trabajé online y, gracias a Dios, hemos salido adelante. Excelente curso que me ha servido de mucho para aprender de Cristo Jesus más y estar en sintonía con Él.
Nos alegramos de ello y la animamos en su misión. Aún así, no olvide que lo primero es ser, vivir y sentirse hija amada de Dios, la misión va después. ¡Dios la siga bendiciendo!
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Notas y aclaraciones

... Sacramentos*
Sacramentos Los misterios de la vida de Cristo son los fundamentos de lo que en adelante, por los ministros de su Iglesia, Cristo dispensa en los sacramentos (Catecismo 1115). Los sacramentos son instrumentos de Salvación y obras del Espíritu que actúan en nuestro favor. Hay en la Iglesia siete sacramentos: Bautismo, Confirmación o Crismación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio (cf DS 860; 1310; 1601) (Catecismo 1113).
... luz*
Armas de la Luz Dios nos invita a elegir el camino de la vida, alejándonos del pecado cuya consecuencia es el miedo y la muerte. Sin embargo, tal es el ansia de Dios por estar contigo que te asiste en esta elección poniendo a tu disposición numerosas armas de la luz para luchar contra las tentaciones del maligno: Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna, a la que fuiste llamado y que tú profesaste noblemente delante de muchos testigos (1 Timoteo 6, 12).