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4.8 Los Sacramentos

Y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos
- Lucas 6, 19

Bautismo El Sacramento del Bautismo es la puerta al camino de la Vida, que lleva hasta Dios mismo y su amor, y que todas las personas pueden cruzar libremente. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión (Catecismo 1213). El Bautismo es un Sacramento que nos ha regalado Dios al precio de la sangre de su Hijo. Efectivamente, considera dónde eres bautizado, de dónde viene el Bautismo: de la cruz de Cristo, de la muerte de Cristo. Ahí está todo el misterio: Él padeció por ti. En él eres rescatado, en él eres salvado (San Ambrosio)[8]. Recordar además que en el Bautismo, la Iglesia da un nombre al cristiano. Los padres, los padrinos y el párroco deben procurar que se dé un nombre cristiano al que es bautizado. El patrocinio de un santo ofrece un modelo de caridad y asegura su intercesión (Catecismo 2165).

Por otro lado, por su naturaleza misma, el Bautismo de niños exige un catecumenado postbautismal. No se trata sólo de la necesidad de una instrucción posterior al Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona (Catecismo 1231). Así pues, el Bautismo es la puerta que nos abre la posibilidad de recorrer el camino de la Vida pero, efectivamente, es necesario después una formación continua para recorrerlo adecuadamente. El Bautismo engendra también en ti un hombre nuevo a imagen de Cristo, capaz de amar por encima de la muerte. Sin embargo, inicialmente este hombre nuevo es como un bebé, que si no se desarrolla es incapaz de dar los frutos de la Fe que son propios del cristiano adulto.

Confirmación Ya desde el principio, los Apóstoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, comunicaban a los neófitos, mediante la imposición de las manos, el don del Espíritu Santo, destinado a completar la gracia del Bautismo (Catecismo 1288). En este sacramento, uno confirma personalmente la Fe recibida en el Bautismo, y que en muchas ocasiones aceptaron nuestros padres en nuestro nombre. De esta forma recibimos de forma plena la unción como cristianos y el don del Espíritu Santo. Confirmarse es fundamental, por lo que si no lo estás debes hablar con el Sacerdote para recibir este Sacramento lo antes posible, si así lo deseas. Si ya lo has recibido recuerda, pues, que has recibido el signo espiritual, el Espíritu de sabiduría e inteligencia, el Espíritu de consejo y de fortaleza, el Espíritu de conocimiento y de piedad, el Espíritu de temor santo, y guarda lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado con su signo, Cristo Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón la prenda del Espíritu (San Ambrosio)[7]. ¡Ya no puedes vivir como antes!

Eucaristía La Eucaristía es “fuente y culmen de toda la vida cristiana”. “Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua” (Catecismo 1324). La Eucaristía es el alimento que mantiene vivos a los cristianos, nos concede la gracia de vivir según la voluntad de Dios, y nos concede la vida eterna ya en esta vida, como dice Jesús: El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida (Juan 6, 54-55). En la Eucaristía... ¡Cristo se entrega a ti por amor! Por eso... ¡No faltes a la Santa Misa ni un sólo domingo ni fiesta de precepto! ¡Dios te espera en la celebración más importante de tu vida cristiana y personal!

La sabiduría de la Iglesia ha hecho de la Eucaristía una verdadera fiesta cristiana. En ella, en primer lugar, se proclama la Palabra de Dios, que es una palabra viva y eficaz, capaz de cambiar tu corazón y hacer frente al maligno en tu vida. Después, nos unimos en una oración común al Padre. A continuación, empieza el gran misterio de la comunión, con las ofrendas y la consagración de las mismas: el pan y el vino. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre (Juan 6, 58). ¡Es Cristo mismo que se ofrece a ti por amor! Y en este momento en el que contamos con la presencia real de Cristo entre nosotros, hacemos también memorial de su muerte y resurrección. El memorial no es solamente el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la proclamación de las maravillas que Dios ha realizado en tu favor y en el de todos los hombres, que se hacen en ese momento presentes y actuales. Cristo dejó a su amada esposa la Iglesia un sacrificio visible, según requiere la condición de los hombres, en el que se representase el sacrificio cruento que por una vez se había de hacer en la cruz, y permaneciese su memoria hasta el fin del mundo, y se aplicase su saludable virtud a la remisión de los pecados que cotidianamente cometemos (Concilio de Trento)[55].

Y todo este gran regalo, que es Dios mismo que se entrega a ti por amor, es vivido en una comunión de hermanos en la Fe, que es la Iglesia misma. Y esto es tan importante que Jesús dirá: Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda (Mateo 5, 23-24). Y así lo confirma la Iglesia Católica, recordando siempre que no se puede comulgar estando en pecado mortal. Por eso, la mayoría de confesionarios están abiertos antes de las celebraciones para poder recibir el Sacramento de la Reconciliación. ¡No tengas miedo de acudir a esta fuente de misericordia! Por último, es importante destacar que todos tenemos parte activa en la celebración, cada uno a su manera: los lectores, los que presentan las ofrendas, los que dan la comunión y todos los demás mediante los ritos propios de la Santa Misa y los cantos. ¡La Eucaristía es la fiesta cristiana que celebra el amor de Dios!

Reconciliación Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones (Catecismo 1422). Dios tiene misericordia de nosotros... ¿Cómo no estar alegres? Si Dios nos perdona y nos consuela... ¿Cómo no darle gracias? Sacudirán las olas los cimientos de los montes, las peñas en tu presencia se derretirán como cera, pero tú serás propicio a tus fieles (Judit 16, 15). Por eso, reconociéndonos seriamente pecadores y culpables, conviene acercarse a menudo a este Sacramento, como se ha explicado de forma más extensa previamente. Y debemos hacerlo con una penitencia interior, cuya expresión externa es el ayuno, la oración y la limosna; tal y como ocurre en la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 11-24), porque, al final, la historia de Salvación que encontramos en las Escrituras es también la historia de Salvación de tu vida. Así que ya sabes, si caes... ¡Levántate en la confesión!

Unción de Enfermos Con la sagrada unción de los enfermos y con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los alivie y los salve (Catecismo 1499). Gracias a este Sacramento, los enfermos nos unimos a la pasión de Cristo, contribuyendo al bien de la Iglesia y preparándonos para los novísimos*. Además, este Sacramento nos predispone a aceptar la amorosa Voluntad del Padre, que a través de la enfermedad nos avisa de que las puertas de la vida eterna se están abriendo para nosotros. Por eso, en este Sacramento se recibe una gracia especial de consuelo, paz y ánimo para vencer las últimas dificultades de nuestra vida. Por todo esto, si conoces a un enfermo terminal, lo mejor que puedes hacer por él es invitarle a recibir este Sacramento, facilitándoselo al máximo, para que pueda entrar en el cielo en paz, pues el viático aumenta la gracia santificante; perdona los pecados veniales y aun los mortales, si el enfermo está arrepentido y no ha podido confesarse; le da fuerzas para resistir las tentaciones y soportar los sufrimientos de la enfermedad; y le concede la salud del cuerpo si le conviene (Catecismo de Segundo Grado)[25].

Orden Sacerdotal El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del ministerio apostólico (Catecismo 1536). En realidad, Cristo ha hecho de la Iglesia un reino de Sacerdotes, por lo que gracias a Él todos somos Sacerdotes y ejercemos nuestro sacerdocio participando en la misión de Cristo, cada uno según los dones recibidos. Sin embargo, el Sacramento del Orden permite a algunas personas ejercer el sacerdocio ministerial, que implica entregar la vida entera a Dios, y lo forman los diáconos, los presbíteros y los obispos, tras recibir una llamada vocacional de parte de Dios. Debes saber que, cuando Dios te llama, es porque tiene algo realmente maravilloso para ti: una historia que te va a hacer realmente feliz, como atestiguan muchos sacerdotes Católicos. Y lo mismo si Dios te llama a la vida contemplativa. Por eso, el Papa decía: ¡No tengáis miedo! (San Juan Pablo II)[74], pues que Dios os llame es lo mejor que os puede pasar en vuestra vida. Si Dios te llama al orden Sacerdotal... ¡Regálale tu vida y Él te hará feliz!

Matrimonio El sacramento del Matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna (Catecismo Catecismo 1661). Así pues, el matrimonio cristiano es, en cierto sentido, una historia de tres: el hombre, la mujer y Dios. Por eso, se fundamenta en el amor de Dios y se mantiene en la fidelidad de modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre (Mateo 19, 6). El matrimonio cristiano también se abre a la fecundidad, sabiendo que el plan de Dios es mejor que los que nosotros nos podamos hacer. Por eso, las familias cristianas son invitadas a abrirse a la vida de forma responsable y generosa, como una gracia que es fruto del amor que viven. Y Dios, que es fiel, las mantiene y las bendice. Pues la herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre (Salmo 127, 3). Por eso, el Sacramento del matrimonio es algo muy serio, pues... ¡Es una imagen del amor de Dios con el hombre!

Práctica Todos los Sacramentos han sido, en cierta manera, instituidos desde el principio; y pruebas de ello las tenemos en las Escrituras donde, aun sin recibir ese nombre, ya se impartían. Conocer los orígenes de los Sacramentos nos puede ayudar a comprender su esencia y, por ello, es importante hacer la Lectio Divina de algunos de los pasajes donde aparecen, como los que indicamos a continuación.

1 Pedro 3, 18-22 (Sufrir haciendo el bien)
Hechos 8, 9-25 (Simón el mago)
Mateo 26, 26-29 (Jesús celebra la Pascua)
Juan 8, 1-11 (La adultera perdonada)
Hebreos 2, 14-18 (La muerte vencida)
1 Corintios 7, 25-35 (Sobre los célibes)
Génesis 2, 18-25 (La creación)

Por otro lado, dependiendo de tu estado de vida, es posible que no tengas algunos de los Sacramentos que quizás debieras. En general, el Bautismo y la Confirmación deberías tenerlos antes de los 18 años, a la Eucaristía debes acudir todos los domingos y fiestas de precepto, al Sacramento de Reconciliación al menos una vez al mes*. Si estás gravemente enfermo, en peligro de muerte o en edad avanzada es recomendable la unción de enfermos. Examina tu vida y ponte al día con ellos, pues son fuerzas vivificantes que te abren el camino de la Vida que lleva a la Santidad, y que alejan de ti al maligno. ¡Dios te espera con amor en ellos!

Ponte al día con los Sacramentos

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Notas y aclaraciones

... novísimos*
Novísimos Los novísimos se estudian en una rama de la teología Católica, y tratan de lo que sucede al final de nuestra vida: muerte, juicio, cielo, purgatorio, e infierno. Se habla poco de estos temas, pero son asuntos que nos incumben a todos y que conviene tener presentes. A toda esta realidad también se la conoce con el nombre de Escatología. Más adelante trataremos el tema en profundidad.
... mes*
Asiduidad en la confesión La confesión frecuente es un medio de santificación aconsejado tradicionalmente por la Iglesia.