¡Enhorabuena, has encontrado un tesoro! Este artículo es parte de un curso que te invitamos a conocer: Curso Católico.

3.22 Mensaje a los tristes

Esto dice el Señor: Reprime la voz de tu llanto, seca las lágrimas de tus ojos, pues tendrán recompensa tus penas: volverán del país enemigo -oráculo del Señor-.
- Jeremías 31, 16

Mensaje a los tristes La tristeza puede invadir nuestro corazón por muchos motivos: un familiar que se muere, un noviazgo que no ha tenido éxito, la enfermedad, el paro, y un montón de otras cosas. La tristeza es dolorosa, y puede llegar a hacernos llorar amargamente. Además, no suele venir sola: confusión, murmuración, desprecio de uno mismo o de otra persona, desesperación, impaciencia, depresión, y un largo etcétera la acompañan. ¡Dios es tu esperanza! ¡Alégrate! No hay nada más poderoso contra la tristeza que la esperanza y la alegría que da el conocer el amor de Dios, que actúa en tu vida. Dios está contigo y conoce personalmente tu sufrimiento: Jesús se hizo hombre y experimentó en su propia carne el sufrimiento y la muerte. Y en ese sufrimiento y de esa muerte... ¡Dios lo rescató! Y lo mismo va a hacer contigo, porque... ¡Dios te ama! Pues sé muy bien lo que pienso hacer con vosotros: designios de paz y no de aflicción, daros un porvenir y una esperanza. Me invocaréis e iréis a suplicarme, y yo os escucharé (Jeremías 29, 11-12).

Jesús nos dice: Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados (Mateo 5, 5). ¿Por quién serán consolados? ¡Por Dios mismo! Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados (Isaías 49, 13). ¡De ti y de mi se ha compadecido! ¡A ti y a mi nos ama! Esta es nuestra esperanza y nuestra Fe. Por eso, si hoy estás triste o llorando... ¡Alégrate, pues Dios viene a consolarte! Y quizás lo hará a través de una persona, a través de un acontecimiento, simplemente leyendo este mensaje, o quizás de cualquier otra forma. Pero lo hará, y será en el momento perfecto. ¡Ánimo! Pues, incluso después de la muerte, Dios consuela a sus hijos, como dice el Apocalipsis: Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido (Apocalipsis 21, 4).

Comentarios

Fernando(12-08-2023)
Es difícil superar la tristeza, pero merece la pena encomendarse a Dios, pues la alegría de Dios es el motor de la vida.
Sin duda, Dios da la verdadera alegría de vivir. Eso no quita que en ocasiones necesitemos de la ayuda de especialistas católicos. En cualquier caso... ¡Ánimo!
Comenta el artículo. Para comentar todo el curso usa el libro de visitas. ¡Gracias!

Su comentario será revisado y contestado, vuelva en dos o tres días para verlo. ¡Gracias!