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1.3 Effetá, que significa ábrete

Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
- Marcos 7, 37

La Escucha Una de las cosas más importantes que se necesitan para recorrer el camino de la Vida es conocer personalmente a Dios. Y una de las formas más fáciles de conocer a Dios es la escucha y lectura de las Escrituras*. Pero escuchar la Palabra de Dios no significa oírla. De hecho, el propio Jesús lo explica con una parábola muy clara: salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven (Lucas 8, 5.12). Por eso, si oyes la Palabra y diez minutos después ya no te acuerdas de lo que se ha dicho, el maligno* ha hecho muy bien su trabajo. Por eso... ¡Ánimo! ¡Atento!

Escuchar la Palabra no es memorizar la Biblia, sino escuchar a Dios mismo que te habla a ti. Y al igual que recuerdas lo que te dicen otras personas, aunque no de memoria, conviene recordar lo que te dice Dios. Piensa que Dios siempre te hablará con la verdad por delante para guiarte por el camino de la Vida. Sin embargo, y sobre todo al principio, puede no ser fácil comprender bien lo que Dios nos dice a través de su Palabra. Como todo en esta vida, requiere de práctica y, por supuesto, de la ayuda del Espíritu Santo que nos da los dones necesarios para comprenderla adecuadamente, es decir, según el Magisterio de la Iglesia Católica* y no con interpretaciones libres que dan lugar a sectas. Por supuesto, las homilías de los Sacerdotes y las catequesis de los obispos pueden ayudar a comprender la Palabra.

Trabas a la Escucha No basta con escuchar la Palabra, sino que es necesario ponerla en práctica en nuestra vida. Por eso dirá Jesús: otra parte cayó en terreno pedregoso, y, después de brotar, se secó por falta de humedad. Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan (Lucas 8, 6.13). Esto es lo que nos pasa si, aun prestando atención, no ponemos en práctica la palabra que hemos recibido: llega la prueba, el sufrimiento, la persecución, la enfermedad o cualquier otra dificultad seria... ¡Y abandonamos! Hemos edificado una casa sobre arena, y cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande (Mateo 7, 27). Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, la ahogaron. Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro (Lucas 8, 7.14). Así pues, también es realmente importante en nuestra vida decidirse: ¿Dios o el dinero? ¿Dios o el placer? ¿Dios o mis planes? ¿Dios o el maligno? ¿El camino de la Vida o el de la muerte? Si crees que puedes llevar adelante las dos cosas estás muy equivocado: tarde o temprano dejarás a uno de los dos de lado... y en el peor de los casos ese puede ser Dios. Por eso, recuerda... ¡No puedes caminar por los dos caminos a la vez! Elige solo a Dios, y con Él te vendrá todo.

Los frutos de la Escucha Sin embargo, si escuchas la Palabra e intentas ponerla por obra, o lo que es lo mismo, si eliges el camino de la Vida, serás como la semilla que cae en tierra buena: lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia (Lucas 8, 15). Efectivamente, debes escuchar, conservar la palabra y con perseverancia darás fruto por la gracia de Dios. Quizás no hoy ni mañana, pues no dice “y dan fruto inmediatamente” sino “y dan fruto con perseverancia”. Pero al final, esta es la forma de recorrer el camino de la Vida: escuchando y diciendo a Dios como María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lucas 1, 38a). ¡Pues es ciertamente lo mejor!

La Palabra de Dios es la única capaz de llegar al corazón del hombre y hacer que se sienta profundamente amado. Es la única palabra capaz de hacer frente al maligno. La Palabra de Dios es viva y eficaz, pues cumple aquello que dice. Si estás deprimido te habla del amor que Dios te tiene, si estás perdido te indica el camino correcto, si estás alejado te llama con fuerza, si te equivocas te corrige con misericordia, si estás triste te consuela con bellas palabras, si tienes oscuridad en tu vida te ilumina y guía. La Palabra es una de las formas que tiene Dios de hablar contigo y es el alimento de todos los cristianos. De la Palabra de Dios se dice: lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero (Salmo 119, 105); y en otro lugar: santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad (Juan 17, 17). Y en base a esta Palabra, vivida a lo largo de los siglos, se han definido los dogmas* de la Iglesia Católica. Además, la Palabra de Dios es la única que habla a lo íntimo de nuestro corazón, porque a Dios no se le oculta nada: Él te conoce profundamente. La Palabra de Dios es, en definitiva, una palabra de amor que tiene el poder de cambiar nuestro corazón. Porque no con exigencias y leyes, sino con el saberse amado de verdad, uno cambia de actitud y empieza a recorrer el camino de la Vida. Y lo hace con una inmensa gratitud al amor recibido, pues... ¡Dios nos ama de verdad!

Práctica La Lectio Divina o Scrutatio es una tradición* que nos enseña una forma particular de leer y meditar la Palabra de Dios, poniendo en el centro a Dios mismo, que nos habla en su Palabra, y concretizándola en la vida diaria. Estoy convencido de que, si esta práctica se promueve eficazmente, producirá en la Iglesia una nueva primavera espiritual (Benedicto XVI)[16]. Se compone fundamentalmente de cuatro pasos: preparación, lectura, meditación y oración.

  • En la preparación nos disponemos a iniciar la Lectio Divina mediante una invocación al Espíritu y, tomando una actitud física y mental calmada, leemos el Evangelio del día, alguna lectura escogida con un propósito concreto o simplemente una lectura al azar.
  • A continuación leemos la lectura con calma. Es importante ampliar el contexto, por ejemplo, leyendo el capítulo entero donde se enmarca. Más importante aún es leer los paralelos (citas relacionadas que aparecen en los márgenes o al pie de página) y las aclaraciones, si la Biblia que tienes dispone de ellos. Por ejemplo, la “Biblia de Jerusalén” o la “Biblia de la Conferencia Episcopal Española”, que recomendamos emplear, sí los posee y son de gran ayuda para comprender la lectura y su contexto, y relacionarla adecuadamente con otros pasajes. Puedes conseguirla en tu librería católica más cercana o, en España, a través del enlace que te proporcionamos a continuación.

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  • El tercer paso es la meditación. Se trata de poner en contexto la lectura: lo que significaba en aquella época, lo que significa ahora y lo que significa para tu vida concreta. En otras palabras, es comprenderla y poder responder a la pregunta: ¿Qué me dice Dios a mi vida concreta con esta Palabra? Algunos también proponen elegir un versículo representativo de la lectura y memorizarlo para poder llevarlo con más facilidad a nuestra vida.
  • Finalmente, el último paso es la oración: pides a Dios lo que necesitas para llevarla a cabo en tu vida, das gracias por todo lo que Dios te regala, y terminas con un Padre Nuestro y un Ave María.

Pues bien, vamos a poner en práctica la Lectio Divina con varias Palabras de la Escritura que son claves para comprender la importancia de elegir con perseverancia el camino de la Vida, como respuesta al amor que Dios nos tiene. Hemos escrito para estas primeras veces unas breves guías acompañando a cada pasaje, que te permitirán realizar la Lectio Divina de una forma sencilla y guiada. ¡No te las pierdas!

Deuteronomio 6, 4-9 (Contenido Extra 1.1, Shemá Israel)
Jeremías 22, 1-5 (Contenido Extra 1.2, Obediencia o Desobediencia)
Isaías 55, 6-11 (Contenido Extra 1.3, Los planes de Dios)
Isaías 54, 4-8 (Contenido Extra 1.4, Dios te ama)
Romanos 8, 5-13 (Contenido Extra 1.5, Los dos caminos)

Comentarios

Bea(19-01-2023)
Gracias... ¡A llevar a cabo los 4 pasos! Me gusta mucho que pongan preguntas, así me guío y sigo con la lectura.
Nos alegramos de ello y esperamos que el resto del curso le parezca igual de interesante y útil. ¡Dios le bendiga! La paz.
Ludwig Arauno Balbuena(11-08-2021)
Muchas gracias por estos cuatro pasos: preparación, lectura, meditación y oración. Una buena guía para poder escudriñar las escrituras y poder encontrar las respuestas a nuestras oraciones...
Nos alegramos de ello. Dios habla a través de su Palabra y en la historia de cada uno. Aunque en ocasiones cuesta verlo... ¡Ánimo!
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Notas y aclaraciones

... Escrituras*
Escrituras Las Escrituras son el conjunto de libros inspirados por Dios que nos han llegado hasta nuestros días y que nos hablan sobre Dios y su revelación personal a todos los hombres. Las sagradas Escritura contienen la Palabra de Dios y, porque están inspiradas, son realmente Palabra de Dios (Dei Verbum 24).
... maligno*
Maligno Con el maligno nos referimos al conjunto de demonios, que ciertamente existen. Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios (Catecismo 414). Debemos resistir sus tentaciones, por lógicas o apetecibles que parezcan, pues su fruto es la muerte.
... Católica*
Magisterio de la Iglesia El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo (Dei Verbum 10). El Magisterio define dogmas, es decir, [...] propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación (Catecismo 88).
... dogmas*
Dogma Los dogmas son luces que iluminan el camino de nuestra fe y lo hacen seguro (Catecismo 89). Son verdades de la Fe Católica, extraídas de la revelación de Dios al hombre, y que cree o debe creer todo aquel que se dice católico.
... tradición*
Tradición de la Iglesia La Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree (Dei Verbum 8). Esta transmisión se ha hecho de forma oral, en escritos de Santos, en concilios y encíclicas, etc. La tradición bebe de las Escrituras y nos enseña cómo se vivieron en cada época.