¡Enhorabuena, has encontrado un tesoro! Este artículo es parte de un curso que te invitamos a conocer: Curso Católico.
1.4 Dios te ama
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón.- Hebreos 4, 12
Invocación al Espíritu Santo Para empezar la Lectio Divina hagamos la señal de la cruz y recemos el himno Veni Creator Spiritus. De esta forma pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a comprender y poner por obra esta Palabra que vamos a escrutar.
- Ven, Espíritu creador, visita las almas de tus fieles y llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo creaste. Tú eres nuestro Consolador, Don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción. Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, el dedo de la mano de Dios; Tú, el prometido del Padre; Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra. Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne. Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, sé Tú mismo nuestro guía y, puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo. Por Ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y que en Ti, espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo. Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó, y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos. Amén (Veni Creator Spiritus)[80].
Lectura Esta lectura es una Palabra bellísima que nos muestra el amor y la fidelidad que Dios nos tiene, incluso después de que cometamos errores vergonzosos o le hagamos alguna afrenta directa a Dios. Porque Dios no se aparta nunca de nuestro lado, somos nosotros los que nos apartamos del suyo. Él simplemente, porque nos ama, respeta nuestra decisión y nos “oculta su rostro”, tal y como nosotros deseamos; pero está siempre dispuesto y deseoso de acogernos de nuevo con un amor infinito si así lo queremos.
- No temas, no tendrás que avergonzarte, no te sientas ultrajada, porque no deberás sonrojarte. Olvidarás la vergüenza de tu soltería, no recordarás la afrenta de tu viudez. Quien te desposa es tu Hacedor: su nombre es Señor todopoderoso. Tu libertador es el Santo de Israel: se llama «Dios de toda la tierra». Como a mujer abandonada y abatida te llama el Señor; como a esposa de juventud, repudiada -dice tu Dios-. Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré. En un arrebato de ira, por un instante te escondí mi rostro, pero con amor eterno te quiero -dice el Señor, tu libertador- (Isaías 54, 4-8).
Hay varias lecturas paralelas que insisten en remarcar la fidelidad de Dios. En este pasaje, por ejemplo, podemos ver cómo Dios responde a la ciudad de Sión, es decir, nos responde a nosotros, cuando pensamos que Él nos ha abandonado.
- Sión decía: «Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado». ¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré (Isaías 49, 14-15).
Pero eso no es todo: Dios no tiene miedo de comprometerse con nosotros para siempre, porque como dice la lectura su amor es eterno. Así pues, en otro paralelo podemos escuchar a Dios poniendo de manifiesto este compromiso que Él quiere tomar con nosotros:
- Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi predilecta», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá un esposo. Como un joven se desposa con una doncella, así te desposan tus constructores. Como se regocija el marido con su esposa, se regocija tu Dios contigo (Isaías 62, 4-5).
Meditación Es fundamental darse cuenta de que Dios respeta hasta el extremo nuestra libertad, por mucho que le llegue a doler y le haga sufrir. Si elegimos el camino de la muerte y tratamos de montarnos la vida sin Dios, Él nos respetará y nos “ocultará su rostro”, permitiéndonos vivir sin Él y sin ver su acción en nuestra vida. Sin embargo, no dejará de llamarnos y de salir a nuestro encuentro todos los días, por si decidiéramos cambiar de opinión. ¿Y qué pasa si decidimos recorrer el camino de la Vida, abandonando el de la muerte? ¡Que Dios desbordará su amor, perdón, fidelidad y alegría con nosotros sin tenernos en cuenta nuestro pasado!
Por eso dice la lectura que ya no te acordarás ni avergonzarás de tus errores pasados: Dios personalmente los borrará todos, como explica a través del profeta Isaías: Venid entonces, y discutiremos -dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana (Isaías 1, 18). ¿Y después? Dios te rescatará y te reconstruirá haciendo de ti una criatura nueva capaz de amar. Te alimentará con un alimento nuevo que te infundirá Vida incluso en medio del sufrimiento. Te adornará con hermosos dones espirituales y celestiales, como un esposo hace con su amada.
Si alguna vez dudas de esto porque te parece que Dios no está o no te responde... ¡No temas! Como bien dice el primer paralelo, Dios no se olvida ni se olvidará de ti jamás. ¡Te ama demasiado! Y tarde o temprano, si perseveras y mantienes tu confianza en Él, te mostrará el significado y el hermoso propósito de todo lo que sucede en tu vida. Por otra parte, sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio (Romanos 8, 28). Así pues, no lo dudes... ¡Dios te ama y te amará siempre! Solo hay una forma de que la cosa no funcione: que tú le digas no a Dios y que escojas el camino de la muerte. Porque al final, precisamente porque Dios te ama, respetará tu decisión.
Una vez terminada la meditación, permanezcamos cinco minutos en oración silenciosa, meditando a la luz de la Palabra la siguiente pregunta: “¿Qué me dice Dios a mi vida concreta con esta Palabra?” Cuando más práctica, concreta y aplicada a nuestra vida sea la respuesta, mejor. Porque con esta Palabra Dios te esta hablando hoy personalmente a ti.
Oración Continuemos la Lectio Divina con una oración personal a nuestro Padre celestial, pidiéndole lo que necesitamos para llevar a nuestra vida esta Palabra, y dándole gracias por habernos ayudado a comprenderla. A continuación, recemos el Padre Nuestro y no nos olvidemos de nuestra madre María saludándola con un Ave María. Terminemos, finalmente, realizando la señal de la cruz con la intención de llevar esta Palabra con perseverancia a nuestra vida diaria, sin dudar nunca de que... ¡Dios nos ama!
Comentarios
Su comentario será revisado y contestado, vuelva en dos o tres días para verlo. ¡Gracias!