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1.8 Promesas cumplidas

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón.
- Hebreos 4, 12

Invocación al Espíritu Santo Para empezar la Lectio Divina hagamos la señal de la cruz y recemos el himno Veni Creator Spiritus. De esta forma pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a comprender y poner por obra esta Palabra que vamos a escrutar.

Ven, Espíritu creador, visita las almas de tus fieles y llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo creaste. Tú eres nuestro Consolador, Don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción. Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, el dedo de la mano de Dios; Tú, el prometido del Padre; Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra. Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne. Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, sé Tú mismo nuestro guía y, puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo. Por Ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y que en Ti, espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo. Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó, y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos. Amén (Veni Creator Spiritus)[80].

Lectura Esta lectura es muy clara, pues nos muestra directamente cómo Dios cumple lo que promete. Os invito a que la leáis con alegría:

El Señor visitó a Sara, como había dicho. El Señor cumplió con Sara lo que le había prometido. Sara concibió y dio a Abrahán un hijo en su vejez, en el plazo que Dios le había anunciado. Abrahán llamó Isaac al hijo que le había nacido, el que le había dado Sara. Abrahán circuncidó a su hijo Isaac el octavo día, como le había mandado Dios. Abrahán tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac. Sara dijo: «Dios me hizo reír; todo el que lo oiga, reirá conmigo». Y añadió: «¿Quién le habría dicho a Abrahán que Sara iba a amamantar hijos?, pues le he dado un hijo en su vejez» (Génesis 21, 1-7).

Meditación Dios cumple sus promesas. Siempre. Aunque estas parezcan imposibles. Pero no las cumplió ni de la forma que Abraham pensó, ni en el plazo que él quiso; sino cómo y cuando Dios tenía pensado, que era sin duda lo mejor. Pues cuanto dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de los vuestros, y mis planes de vuestros planes (Isaías 55, 9). Dios puede dar un sentido completamente nuevo a tu vida y puede mostrate que absolutamente todo lo que ha ocurrido en ella ha estado bien: todo tiene un sentido y un propósito. ¡Hasta aquello de lo que más renegamos y querríamos cambiar!

Aun así, en momentos de dificultad uno grita a Dios diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro? (Salmo 13, 2). Sin embargo, todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar (Eclesiastés 3, 1.4). Y aunque es normal que queramos que la prueba dure lo mínimo posible y los periodos de paz y alegría se alarguen, la prueba es necesaria para nuestra maduración como personas y nuestra afianzación en la Fe. De esta forma, con una actitud perseverante podemos alcanzar la virtud de la esperanza, que no falla.

Efectivamente, la prueba no sólo es necesaria: más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado (Romanos 5, 3-5). Así pues, si pones tu esperanza en Dios, que ha vencido a la muerte, tu esperanza no será defraudada; pues poderoso es Dios para cumplir lo que promete. Como lo hizo con Sara. Como lo ha hecho con miles de personas. Y como lo hará contigo. No olvides tampoco que, como demostró con Jesús, para Dios nunca es demasiado tarde.

Una vez terminada la meditación, permanezcamos cinco minutos en oración silenciosa, meditando a la luz de la Palabra la siguiente pregunta: “¿Qué me dice Dios a mi vida concreta con esta Palabra?” Cuando más práctica, concreta y aplicada a nuestra vida sea la respuesta, mejor. Porque con esta Palabra Dios te esta hablando hoy personalmente a ti.

Oración Continuemos la Lectio Divina con una oración personal a nuestro Padre celestial, pidiéndole lo que necesitamos para llevar a nuestra vida esta Palabra, y dándole gracias por habernos ayudado a comprenderla. A continuación, recemos el Padre Nuestro y no nos olvidemos de nuestra madre María saludándola con un Ave María. Terminemos, finalmente, realizando la señal de la cruz con la intención de llevar esta Palabra con perseverancia a nuestra vida diaria, sin dudar nunca de que... ¡Dios nos ama!


Comentarios

Emma(26-04-2023)
Señor y Padre Nuestro. En tus manos pongo la salud de mi esposo, te ruego que no sufra. Si tu quieres, que se alivie, que sea tu Voluntad y no la nuestra. Danos tu bendición.
Oremos: Padre Nuestro. Ave María. Gloria. Dios les bendiga y les tenga preparado el cielo. La paz.
Bes(25-02-2023)
Debo ser paciente: los tiempos de Dios son perfectos, Él siempre cumple sus promesas. Dejo a mi Padre que sea mi guía.
Así es. Él siempre cumple sus promesas (no las nuestras o lo que nos gustaría que hiciera), y son mucho mejores de lo que uno espera.
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