¡Enhorabuena, has encontrado un tesoro! Este artículo es parte de un curso que te invitamos a conocer: Curso Católico.

1.1 Shemá Israel

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón.
- Hebreos 4, 12

Invocación al Espíritu Santo Para empezar la Lectio Divina hagamos la señal de la cruz y recemos el himno Veni Creator Spiritus. De esta forma pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a comprender y poner por obra esta Palabra que vamos a escrutar.

Ven, Espíritu creador, visita las almas de tus fieles y llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo creaste. Tú eres nuestro Consolador, Don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción. Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, el dedo de la mano de Dios; Tú, el prometido del Padre; Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra. Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne. Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, sé Tú mismo nuestro guía y, puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo. Por Ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y que en Ti, espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo. Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó, y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos. Amén (Veni Creator Spiritus)[80].

Lectura Vamos a leer la lectura despacio, intentando escuchar lo que Dios nos está tratando de decir con ella. Para comprender mejor la lectura es necesario mencionar el nombre de Dios: “Yahvé”, que significa “yo soy el que soy” o “el que es”.

Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales (Deuteronomio 6, 4-9).

Esta lectura tiene un importantísimo paralelo en el evangelio según San Mateo, donde le preguntan a Jesús cual es el mandamiento mayor de la Ley. Hay que destacar que Jesús vivía entre los judíos y estos no ven la Ley como un conjunto de normas impuestas con sus respectivos castigos, sino como una Palabra de vida de parte de Dios que les indica el camino de la Vida. Este paralelo dice lo siguiente:

«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?». Él le dijo: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas» (Mateo 22, 36-39).

Meditación Esta lectura nos habla del mayor y primer mandamiento de la Ley. Es decir, nos habla de la principal guía que tenemos para recorrer el camino de la Vida: amar a Dios sobre todas las cosas. El significado es claro: si quieres ser feliz sólo Dios puede ser tu Dios, nada ni nadie más, y a Él sólo has de amar. Sin embargo, esto no es una imposición, sino una respuesta al amor de Dios y a su Palabra. Por ello, la lectura empieza diciendo algo fundamental: ¡Escucha! Escucha a Dios, escucha su Palabra, bebe de sus consuelos, deja que te guíe por el buen camino, acepta la corrección, observa en tu vida el amor de Dios; y cuando reboses de agradecimiento a Dios por todo ello decídete por Él y solo por Él.

Pero esta Palabra... ¿Significa que debemos dejar de lado todas nuestras relaciones? No. En el paralelo Jesús nos lo muestra bien claro: hay un segundo mandamiento semejante al primero que consiste en amar al prójimo, pues si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve (1 Juan 4, 20). Y que sea un mandamiento semejante solo puede significar una cosa: que el segundo sin el primero no puede subsistir y viceversa. Por lo tanto, debemos tener ambos mandamientos siempre presentes, sin separarlos, ya que constituyen la guía principal para recorrer el camino de la Vida.

Sin embargo, amar a Dios es el primer mandamiento por un motivo: si primero van las personas nos hacemos dependientes de su afecto, de que nos consideren, de que nos respondan bien, de que se lleven bien con nosotros, etc. Y sin darnos cuenta hemos pasado de amar a las personas a amar lo que las personas nos hacen sentir (afecto, consideración, fama, amistad, etc). Y eso nos puede, eventualmente, hacer esclavos de ellas por el miedo a perder esas cosas. Sin embargo, si amamos a Dios primero con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas, no querremos en exceso nada de lo que nos puedan dar los demás, y por lo tanto seremos libres para amarlos y buscar su bien sin temor a perder nada.

No nos olvidemos tampoco de la importancia que tiene mantener estos dos mandamientos en nuestro corazón, teniéndolos presentes durante todos los momentos del día. También es de vital importancia transmitir la Fe, que incluye de forma especial estos dos mandamientos, a nuestros hijos y a todos los que estén dispuestos a escuchar esta buena noticia del amor de Dios.

Una vez terminada la meditación, permanezcamos cinco minutos en oración silenciosa, meditando a la luz de la Palabra la siguiente pregunta: “¿Qué me dice Dios a mi vida concreta con esta Palabra?” Cuando más práctica, concreta y aplicada a nuestra vida sea la respuesta, mejor. Porque con esta Palabra Dios te esta hablando hoy personalmente a ti.

Oración Continuemos la Lectio Divina con una oración personal a nuestro Padre celestial, pidiéndole lo que necesitamos para llevar a nuestra vida esta Palabra, y dándole gracias por habernos ayudado a comprenderla. A continuación, recemos el Padre Nuestro y no nos olvidemos de nuestra madre María saludándola con un Ave María. Terminemos, finalmente, realizando la señal de la cruz con la intención de llevar esta Palabra con perseverancia a nuestra vida diaria, sin dudar nunca de que... ¡Dios nos ama!

Comentarios

Joselito(03-10-2023)
Podría decirme si la misma lectura de Lectio Divina se hace a diario, y cuántas veces al día se debe hacer, por favor.
Hola, en este curso católico dispone de 12 Lectio Divina diferentes que puede rezar, y se van indicando a lo largo del curso que le va indicando cuando hacerlas. Lo normal es hacer cada una una vez, aunque puede repetirlas si así lo desea. Despúes, puede intentar hacer alguna diferente (por ejemplo, el evangelio del día, o alguna lectura que encuentre durante el curso y le llame la atención) por su cuenta, siguiendo el mismo esquema. Si lo que quiere es algún tipo de planificación temporal de oraciones en el que se incluya la Lectio Divina, quizás la sección que tenemos en los apéndices llamda Plan de Vida puede resultarle de utilidad. Dios le bendiga. La paz.
Nancy(18-06-2022)
Amiga María, yo me aleje de Dios por casi 25 años. Yo amaba a Dios y cuando conocí a mi esposo cambie mucho pues él no creía en Dios, viví pecando muchísimo y pensando que jamás Dios me perdonaría y cuando mi mamá, que era una persona muy, muy, católica, estaba en su lecho de muerte, yo le prometí que haría tantos rosarios como ella e iría a misa todos los domingos. Asi lo hice y volví a encontrarme con el Señor que me estuvo esperando todos esos años. Le dije que si me había perdonado mi falta de amor y todos esos años de olvido que me permita casarme por religioso y, a los 15 días, mi esposo que no creía me propuso matrimonio delante de mis 3 hijos ya adultos. Hoy estoy felizmente casada, puedo comulgar, voy a misa con mi esposo y él esta aprendiendo sobre Dios. Si lo pones en tus manos no va a salir bien, confía en Dios y ten Fe. Él verdaderamente nos ama. No dejes de rezar pues Nuestro Padre siempre nos escucha cuando le hablas con el corazón. Piensa que cada pecado cometido es un golpe, una cachetada, un latigazo o una escupida a Dios. Que no te importe lo que tu pareja haga o piense, solo piensa en cambiar tu primero y luego lo hará él. Dios te bendiga.
Gracias por compartir su experiencia. Dios la bendiga. La paz.
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