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3.5 Mensaje a los católicos

¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas?
- Mateo 24, 45

Mensaje a los católicos El propio Jesucristo hace una llamada a todos los católicos muy apremiante: Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Marcos 16, 15). Porque la misión propia de todos los católicos es anunciar el Evangelio a todos los hombres. Y no únicamente de palabra, que también, sino con nuestra actitud y nuestras obras diarias: Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos (Mateo 5, 16). Por eso... ¡Sé testigo del amor de Dios! Y tan importante es nuestra misión que Jesús emplea palabras muy duras contra quien, no haciéndola, escandaliza: Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar (Mateo 18, 6). Por eso, es importante llevar a cabo esta misión que nos ha encomendado Dios. Y también es importante vigilar nuestra actitud para que nuestros actos se correspondan con lo que nuestra boca dice.

Así pues, una de las primeras cosas que debemos hacer como católicos es emplear las armas de la luz para aprender de nuestro maestro, que es Cristo. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas (Mateo 11, 29). Así pues, conviene llegar a un adecuado conocimiento de Dios, tanto a través de la inteligencia como a través de la experiencia personal; para que nuestras palabras sean sabias y se correspondan con nuestros actos. Es importantísimo también acudir con frecuencia a la Eucaristía, donde el mismo Cristo se nos da, para poder renovar las fuerzas en este combate de la fe. ¿Qué más decir? Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte (Mateo 5, 14). Así pues, no tengas miedo de ser testigo de Dios, pues sabiduría oculta y tesoro invisible, ¿para qué sirven una y otro? (Eclesiástico 20, 30). Ve y anuncia el amor que Dios te ha tenido, dando frutos de vida eterna en tu vida diaria, para que otros vean, crean y se salven contigo. Vive siempre con la alegría propia del cristiano. La alegría propia del que se sabe amado por Dios, pues ciertamente... ¡Dios te ama profundamente!

Comentarios

Maria Isabel Varas Torrejon(20-05-2021)
Tenemos que vivir con la alegria del Resucitado. Dar testimonio de Fe y esperanza.
Sin ninguna duda. ¡Ánimo!
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